COLOR

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domingo, 3 de febrero de 2013

La felicidad, esa diosa maravillosa que aparece cuando la necesitas, se contagia como la gripe. Hay que besar, abrazar, suspirar, gritar, amar, cantar, uhm; dame la mano, no me sueltes, aprieta, quiero sentirte, te necesito. No hay mayor verdad. Me gustaba sentarme en tus rodillas, pero ser ahora yo la silla, supera mis expectativas. Quizás no miré, posiblemente ni abrí los ojos, pero lo sentí. Gracias hijo, no sería lo que soy, ni siquiera lo que pienso, sino sintiera tu aliento. Lo somos, no creáis que no, partículas diminutas, que vuelan en el caos y giran alrededor del volante bicolor, azul y rosa para unos, verde y grana para otros, incluso negro y marrón para los que ni siquiera miran, pero en definitiva estamos para poder estar y ser. Anjanas de la vieja Cantabria, iluminad  a vuestras nuevas semillas, Olaya y Yosmar. Bendita tierra, esta montaña, que nos da, incluso más, que lo que piensas. No me olvido del mar, camino ancho, donde lo hay y lo habrá, y nosotros lo tendremos. Gracias, felicidad.

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