COLOR

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jueves, 2 de mayo de 2013

El ráspano.
¿Quien no conoce al ráspano?.
Pedazo señor,  chiquito más bien, grande en sabor,  fresco en ideas,  tierno se siente y duro le sienten.
Se ve de lejos, no se oculta, le gusta tirar, nunca se cansa, siempre aprieta, cuantas más veces se cae más fuerte se levanta.
En todas las familias, hay varios, incluso en alguna son todos.
Quien fuese ráspano y disfrutara de el roció en la mañana, mientras los nísperos despiertan de su letargo y llaman de nuevo a la vida.
La escarcha no puede con él, aunque lo intente, son muchos años de batallas y de cuentos, incluso de chistes y siempre la misma sombra, redonda, algo más estética cuando la luz se refleja en su montera.
Es fuerte y lo sigue siendo, como su padre, como su abuela, como tú que me estás leyendo.
Míralo, incluso puede ser hasta guapo.
Vivan las frutas silvestres que nos quieren, nos adoran y nos desean que sigamos en la lucha.
Después de llover escampa.

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