Vacas amarillas,
brillantes como Florencio,
brincan en las orillas,
donde antes había silencio.
Letras inclinadas,
tachones y palabras,
no cierran la luz,
a la hoja del abedul.
Dulces, que quiero dulces,
sonrisas de mar y tierra,
lejos quedan los peces,
más cerca está la sierra.
Estrellas y más estrellas,
dicen que son estrellas,
aquellos que no vinieron,
esos que no llegaron,
aquellos que lo intentaron.
Sangre con furor,
ojos con color,
labios con sabor,
cerebro con valor.
Vinieron a verte, desde cerca y desde lejos, incontables, incluso, para los propios.
Algo dice lo que eres, mira sus ojos brillantes.
Felicitamos a todos los que tienen la suerte de poder realizar la comunión porque han conocido a Jesús y pedimos al espíritu santo que no exista nadie que no pueda disponer de la información necesaria para conocer al padre.